jueves, 3 de julio de 2008

Lectores cómplices

Por Giovanni Rodríguez

Existen varios tipos de lectores. Los más comunes: los lectores de diarios y revistas. También están los lectores de best sellers: esos curiosos cazadores de fenómenos mediáticos. No olvido, por supuesto, a los lectores deprimidos, a los de baja autoestima ni a los que buscan con afán esas pildoritas escritas que garantizan el éxito en la vida (como si la vida se tratara de eso o fuera solamente eso: ser exitoso y feliz y responsable y ejemplar, y ganar dinero mientras tanto). Al final de la lista, justo después de los lectores de “libros serios”, como los publicados por sociólogos, historiadores, filósofos, juristas, economistas o políticos, están los lectores de literatura.
Entre estos últimos resulta más difícil establecer clasificaciones, porque por lo general, un lector de literatura lee un poco de todo lo que sea literatura, aunque tenga inclinación, obviamente, por un género particular. Yo, por ejemplo, leo un poco de ensayo, otro poco de crítica literaria, mucha narrativa y escasa poesía.
Para un lector común y corriente de narrativa (hablo de los que leen por lo menos media hora diaria, compran libros de vez en cuando, tienen una pequeña biblioteca en sus casas y siempre cargan algún ejemplar de la última novedad adondequiera que vayan), un libro representa un placer normal, comparable con una buena película en el cine o con una buena cena en un restaurante caro.
Este tipo de lector estará satisfecho si al final de la lectura puede determinar que la historia contada ha sabido atraparlo, que desde las primeras páginas ya había un nexo entre él y las palabras, un nexo que lo ha conducido felizmente hasta el final y que además éste, el final, ha llegado a sorprenderlo de modo que en las próximas horas o días o quizá semanas, y aun después de transcurrido mucho tiempo, todavía podrá recordar con alegría o con nostalgia lo leído.
Para un lector más reflexivo y más crítico, uno que quizá –como yo- también escriba, el placer de la lectura es distinto. A éste no le interesará solamente “el argumento”, la ficción o no ficción relatada, sino también su trama, la manera en que su autor ha decidido plantearla. La trama viene a ser para él lo que la historia es para el otro. A este lector –probablemente también escritor- le apasionan las novelas o los relatos complejos, con dislocaciones en el tiempo, multiplicidad de voces y perspectivas diversas, o quizá no tan complejos en su estructura pero sí en cuanto a indagar de manera eficaz en los grandes problemas inherentes a la condición humana. Le seduce, en resumidas cuentas, el libro no sólo como objeto comunicante, con toda la carga expresiva y filosófica de su historia, sino también con todo lo que implica su proceso creativo.
Podrán existir otros tipos de lectores, lectores casuales (“lo leí porque me lo regalaron”), lectores de viajes (“para entretenerme mientras llego”), lectores obligados por circunstancias académicas (“tengo que leer esto que nos puso el Profe.”), lectores en tiempo pasado (“yo antes leía mucho”) o lectores fingidos (esos que mantienen un libro siempre bajo el sobaco), pero sin duda los descritos anteriormente (los que también escriben o pretenden escribir) son los que más cerca habrán estado del tipo de lector ideal para un narrador. Porque nada habrá más gratificante para un narrador que un libro suyo sea leído y releído desde múltiples lados, buscando en él no sólo eso que cuenta y que salta a la vista sino también lo otro, lo que el lenguaje sugiere, lo que la estructura propone, lo que implica una mayor participación y una feliz complicidad con el lector más allá del simple acto de pasar la vista por unas páginas para entretenerse.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo sigo sin entender el empeño del editor por auto clasificarse como lector reflexivo.
Las categorías en este sentido, me parecen una tanto ridículas, en un mundo en donde la especialización te exige una casi total dedicación a lo que haces, ser un carpintero reflexivo, un cocinero reflexivo y reflexivo en tantas otras cosas más haría que nos perdiéramos otras muchas, llegamos a ser buenos(algunos no todos) en determinada actividad, las otras actividades también las podemos llegar a dominar pero seguro no con la misma maestria. Él editor nos cuenta, narra, relata, lo que pare él representa el paradigma del lector, el modelo a seguir, la categoría que distingue.
Señor editor, usted se dedica a esto, es casi su trabajo, permítame el casi por aquello de que no vive de ello(supongo), es del todo normal que su ojo lector este más afinado para ciertas cosas, lo que ha dicho no tiene nada de novedoso, como bien a comparado usted, leer es como una buena cena, afirmación con la que estoy totalmente de acuerdo, pero recuerde que el poder saborear una buena comida también conlleva una cierta práctica o adaptación del paladar ante ciertos sabores, que no por ser manjares son aptos para todos los paladares, pero podríamos decir que porque alguien no puede con un queso cabrales es un mal comensal o pertenece a esa categoría de comensales best seller, creo que no.
Le invito señor editor a que pruebe unas galletas tostadas(tienen que ser galletas con poco sabor para que no interfiera en el sabor del queso), untadas ligeramente de un queso cabrales, acompañado de una copa de vino tinto, quizás su paladar no lo tolere pero no por eso pasara usted a formar parte del comensal best seller, a través de sus letras deduzco que aprecia mucho el arte culinario, a mí personalmente me encanta la cocina, pero no siempre tengo tiempo para ello y la elaboración de algunos platos requiere tiempo y a veces un pequeño gasto extra, pero créame vale la pena. No soy un experto en vinos si no le recomendaría alguno, pero lo que sí le puedo recomendar a un coste accesible, es una buena pieza de carne, puede elegir usted entre un entrecot argentino, un lomo bajo siempre argentino, o un solomillo, a la plancha o sartén antiadherente, un poco de sal gorda, una gota de aceite, fuego medio, dependiendo del grosor de la pieza unos 40 segundos por cada lado no más, no hay mejor manera de saborear esa carne, que poco echa.
Me he emocionado con la comida. Mil perdones por el deslis.

Anónimo dijo...

respecto a este articulo lo unico que quiero decirles es que:la clasificacion de lectores. se basa en el tipo de la diversa literatura como digistes,,, lamentablemente y afortunadamente cuando comenzamos a leer un libro, un articulo, un ensayo, una novela, cuento, etc. suceden 3 cosas: 1.- o te envuelve y te atrapa desde el parincipio q no te detenes hasta acabartela"a eso se le considerarìa un buen libro"
2.-o comenzas a leer el libro, y seguis leyendo, y a mitad del mismo lo dejàs, es xq simplemente es mal libo".
3..empezas y definitivamente no queres continuar con la lectura..
eso esta mucho peor, porque eso significa que es un libro MIERDA,por no decir malo.
y cuando eso ocurre, el lector muchas veces pierde el interes de leer.

lamentablemente vivimos en un pais, donde son pocas las personas q leen, pero que leen bien.
realmente creo, que un 40% o mucho menos o quiza mas leen.
pero de 10 personas. 2 leen a daw brown y isabel allende, y los consideran los reyes de la literatura, y 5 no leen ni el periodico... 3 leen buena literatura. bolaño, papasquiaro, panero, matas.cortazar.wolf..
pero da pena de verdad que nuestra poblacion no lea kasi nada.
y que no queden la mayoria en ninguna clasificacion de lectores...en ninguna. porque simplemente les vale V,,, la literatura y la lectura....